Aire fresco para los nuevos tiempos del blockbuster
No creo que haya malas películas de King Kong, sino más bien temporales. No deja de ser curioso ver la versión de 1933 y compararla con la del 76...
Un film que perdía en guión pero ganaba en glamour al contar con una preciosa Jessica Lange y un jovencísimo Jeff Bridges. Quizá, a día de hoy, mi favorito entre los remakes y segundas partes de serie Z.
La cosa pilló un poco más de seriedad cuando Peter Jackson decidió hacer la que hasta la fecha resulta la versión más seria de la leyenda, un film extremadamente largo pero infinitamente más perfecto.
Este Kong pule los derroteros e imperfecciones de aquel de hace 12 años enfureciendo al monete y dotando a los personajes de mucho más humor, cosa que Jackson nunca entendería.
La Isla Calavera tiene muy claro que su objetivo es entretener y no engaña. Esto no es Nouvelle vague, es blockbuster puro y duro. Muy bien hecho, desde luego.
Y si te sientas y te dejas llevar, cosa nada difícil, encontrarás una peli de acción muy respetable realizada por amantes del cine, los cuales dejan claro este punto durante los 120 minutos.
Kong es un film de monstruos si, pero enmarcado dentro de una guerra que no tiene mucho que ver con él hasta que el hombre lleva esa guerra hasta su territorio. Es ahí cuando se desata el verdadero terror.
Vogt-Roberts se lo ha pasado pipa filmando su propio Apocalypse Now. Una visión bélica completamente adrenalítica que pese a desviarse de la trama central, es capaz de recuperar la poesía del film original y ensalzar a Kong como el protagonista absoluto de la obra.
Una obra fina de cine comercial que no reniega de las connotaciones pulp y los pequeños ingredientes de serie B que tanto éxito tuvieron en la década de los 70 aquellas producciones sobre monstruos.
